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miércoles, 15 de junio de 2011

Leyendas Chilenas

Queridos alumnos de 5º Básico


Les dejo algunas leyendas Chilenas, espero les gusten.
Textos de las leyendas extraídas de www.redchilena.com
Videos: Youtube

La Añañuca
Cuentan que en tiempos previos a la Independencia, cuando el Monte Patria de la tierra alta todavía se conocía como Monte Rey, habitaba allí una flor de carne y hueso, una bella joven indígena de nombre Añañuca.

Añañuca era tan hermosa que todos los hombres querían conquistarla, pero nadie lograba adueñarse de su corazón. Así transcurría el tiempo, hasta que un día, llegó al pueblo un joven minero, gallardo y buen mozo que pasaba por allí en busca de un tesoro.

El joven quedó prendado de la belleza de Añañuca, y lo mismo le sucedió a ella con él. Los dos, perdidamente enamorados, decidieron unir sus vidas y vivieron felices durante un tiempo.

Pero una noche, el joven tuvo un sueño en el que un duende le avisaba del lugar secreto donde se encontraba el tesoro que por tanto tiempo había buscado. A la mañana siguiente, el muchacho partió en su busca, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su esposa.

Pasaron los días, las semanas, los meses, y el joven minero nunca regresó. Se llegó a la conclusión que su joven esposo había sido víctima del espejismo de la pampa, o de algún temporal, causando su desaparición y presuntamente, su muerte.

Con un dolor tan inmenso que no le cabía en el pecho por la pérdida de su amado, Añañuca perdió las ganas de vivir y finalmente, también murió.

Un día de incansable y suave lluvia, los pobladores llevaron el cuerpo de la joven a su sepultura en un lugar de la montaña, pues pensaron que ella así lo hubiera querido.

Pero al día siguiente, con la salida del sol, los mismos vecinos amanecieron y presenciaron un sorprendente suceso. El lugar del valle donde había yacido el cuerpo de la joven, estaba ahora cubierto por una abundante capa de hermosísimas flores rojas.

Es por ello que la leyenda asegura que Añañuca se convirtió en flor, como un gesto de amor a su amado, pues de esta manera permanecería siempre cerca de él.

Así fue que se otorgó, a esta bella y desconocida flor, el nombre de Añañuca, flor a la que actualmente también se le conoce como "flor de la sangre", tanto por su color, como por la tragedia y pérdida de dos jóvenes vidas.




El Cochero sin cabeza
De Huilquilemu era trasladado continuamente un Señor a un fundo por su Cochero, en una ocación de luna llena donde se escuchaban a los perros ladrar, fue asaltado por unos bandidos que le cortaron la cabeza, pero siguió conduciendo sin ella para buscar a su patrón.

Al llegar el Cochero para cumplir con su misión, el patrón montó en su coche sin darse cuenta de lo sucedido, le dio la orden y partieron de regreso a su fundo.
Ya en Huilquilemu, en las pesebreras, uno de los mozos al ayudar a desaperar vio que el Cochero estaba sin su cabeza, el mozo salió corriendo desesperadamente a contar lo que había visto, pero el Cochero sin cabeza había desaparecido con caballos y coche.

Desde entonces aparece en Huilquilemu, localidad cercana a Talca, dos noches de luna llena al año, el coche con su conductor descabezado en medio de una bullería de perros.

¿Cuáles son esas noches?, nadie asegura cuáles pueden ser, pero dentro del año acontecen.



El Trauco
Leyenda de Chiloé

El Trauco, es un hombre pequeño, no mide más de ochenta centímetros de alto, de formas marcadamente varoniles, de rostro feo, aunque de mirada dulce, fascinante y sensual; sus piernas terminan en simples muñones sin pies, viste un raído traje de quilineja y un bonete del mismo material, en la mano derecha lleva un hacha de piedra, que reemplaza por un bastón algo retorcido, el Pahueldún, cuando está frente a una muchacha.

Es el espíritu del amor fecundo, creador de la nueva vida, padre de los hijos naturales. Habita en los bosques cercanos a las casas chilotas.
Para las muchachas solteras, constituye una incógnita que les preocupa y las inquieta. Según opinión de unas, se trata de un horrible y pequeño monstruo, que espanta y de cuya presencia hay que privarse, a toda costa. Otras opinan distinto y manifiestan, que si bien es feo, no es tan desagradable, sino, muy por el contrario, atractivo... Otras en lucha tenaz y permanente, dicen haberlo eliminado de sus pensamientos, en los que alguna vez vibró quemando sus entrañas...

Las madres toman todas las precauciones, para evitar que sus hijas, ya “solteras”, viajen solas al monte, en busca de leña o de hojas de “radal”, para el “caedizo” de las ovejas, ues generalmente es en el curso de estas faenas, cuando “agarra”, o con más propiedad “sopla”, con su “pahueldún”, a las niñas solitarias, pero nunca si van acompañadas, aún de sus hermanitos menores.
El Trauco no actúa frente a testigos...éste, siempre alerta, pasa gran parte del día colgado en el gancho de un corpulento “tique”, en espera de su víctima.
En cuanto obscurece, regresa a compartir la compañía de su mujer, gruñona y estéril, la temida Fiura.
Cuando desea conocer de cerca, las características de su futura conquista, penetra en la cocina o fogón, donde donde se reúne, al atardecer toda la familia, transformado en un manojo de quilineja, que en cuanto alguien intenta asirlo, desaparece en las sombras.
A las muchachas que le tiene simpatía, les comunica su presencia depositando sus negras excretas, frente a la puerta de sus casas.
Todo su interés se concentra hacia las mujeres solteras, especialmente si son atractivas. No le interesan las casadas. Ellas podrán ser infieles, pero jamás con él. Cuando divisa desde lo alto de su observatorio a una niña, en el interior del bosque, desciende veloz a tierra firme y con su hacha, da tres golpes en el tronco de tique, donde estaba encaramado, y tan fuerte golpea, que su eco parece derribar estrepitosamente todos los árboles. Con ello produce gran confusión y susto en la mente de la muchacha, que no alcanza a reponerse de su impresión, cuando tiene junto a ella, al fascinante Trauco, que la sopla suavemente, con el Pahueldún. No pudiendo resistir la fuerza magnética, que emana de este misterioso ser, clava su mirada en esos ojos centellantes, diabólicos y penetrantes y cae rendida junto a él, en un dulce y plácido sueño de amor.... Transcurridos minutos o quizás horas, ella no lo sabe, despierta airada y llorosa; se incorpora rápidamente, baja sus vestidos revueltos y ajados, sacude las hojas secas adheridas a su espalda y cabellera en desorden, abrocha ojales y huye, semiaturdida, hacia la pampa en dirección a su casa.
A medida que transcurren los meses, van apreciándose transformaciones, en el cuerpo de la muchacha, poseída por el Trauco. Manifestaciones que en ningún instante trata de ocultar, puesto que no se siente pecadora, sino víctima de un ser sobrenatural, frente al cual, sabido es, ninguna mujer soltera está lo suficientemente protegida...
A los nueve meses nace el hijo del Trauco, acto que no afecta socialmente a la madre ni al niño, puesto que ambos, están relacionados con la magia de un ser extraterreno; quien no siempre responde al “culme”, lanzado con el objeto de alejarlo y escapar de los efectos de su presencia; o los azotes, dados a su Pahueldún, que debería afectarlo intensamente; como en igual forma a la quema de sus excrementos. Su potencia es tal, que en ciertas ocasiones, nada ni nadie puede detenerlo... (Publicación del Dr. Bernardo Quintana Mansilla, “Chiloé Mitológico”).


http://www.guiones.cl
Cortometraje sobre ser mítico de Chiloé (Chile) que seduce a bellas mujeres.

Duración: 10 minutos. Guión: Henzo Lafuente & Pamela Schulz. Director: Henzo Lafuente, Pamela Schulz, Celso Valdés. Etapa: Realización finalizada. Producción: FONDART. Año: 1995

Voces:
Doña Juana.......Julia Navarro
Rubia..................Giannina Talloni
Pelirroja................Rosario Zamora
Juanita..................Loreto Araya
Don Eustaquio.....Marco Espina
Efraín.....................Jorge Araneda

Música: José Miguel Miranda, José Miguel Tobar
Sonido: Alfredo Vargas
Post-Producción: Trimedia
Edición digital: Henzo Lafuente, Pamela Schulz, Arnaldo Riquelme
Títulos 3D: Felipe del Río


El Caleuche
Cuenta la leyenda que el Caleuche es un buque que navega y vaga por los mares de Chiloé y los canales del sur.

Está tripulado por brujos poderosos, y en las noches oscuras va profusamente iluminado. En sus navegaciones, a bordo se escucha música sin cesar. Se oculta en medio de una densa neblina, que él mismo produce. Jamás navega a la luz del día.

Si casualmente una persona, que no sea bruja se acerca, el Caleuche se transforma en un simple madero flotante; y si el individuo intenta apoderarse del madero, éste retrocede. Otras veces se convierte en una roca o en otro objeto cualquiera y se hace invisible.
Sus tripulantes se convierten en lobos marinos o en aves acuáticas.

Relatan que los tripulantes tienen una sola pierna para andar y que la otra está doblada por la espalda, por lo tanto andan a saltos y brincos. Todos son idiotas y desmemoriados, para asegurar el secreto de lo que ocurre a bordo.

Al Caleuche, no hay que mirarlo, porque los tripulantes castigan a los que los miran, volviéndose la boca torcida, la cabeza hacia la espalda o matándole de repente, por arte de brujería. El que quiera mirar al buque y no sufrir el castigo de la torcedura, debe tratar de que los tripulantes no se den cuenta. Este buque navega cerca de la costa y cuando se apodera de una persona, la lleva a visitar ciudades del fondo del mar y le descubre inmensos tesoros, invitándola a participar en ellos con la sola condición de no divulgar lo que ha visto. Si no lo hiciera así, los tripulantes del Caleuche, lo matarían en la primera ocasión que volvieran a encontrarse con él. Todos los que mueren ahogados son recogidos por el Caleuche, que tiene la facultad de hacer la navegación submarina y aparecer en el momento preciso en que se le necesita, para recoger a los náufragos y guardarlos en su seno, que les sirve de mansión eterna.

Cuando el Caleuche necesita reparar su casco o sus máquinas, escoge de preferencia los barrancos y acantilados, y allí, a altas horas de la noche, procede al trabajo.





La Pincoya

Huenchula era la esposa del rey del Mar. Vivía con él desde hacía un año. Acababa de tener una hija, y quería llevarla a casa de sus abuelos, en tierra firme. Iba recargada, porque además de su bebé traía muchos regalos. Su esposo, el Millalobo, los enviaba para sus suegros. Era una disculpa por haber raptado a su hija. Huenchula tocó a la puerta de la cabaña. Desde que le abrieron, hubo un alboroto de alegría. Palabras superpuestas a los abrazos. Risas lagrimeadas. Frases interrumpidas. Los abuelos quisieron conocer a su nieta. Pero estaba cubierta con mantas. Huenchula les describió cada una de sus gracias. Les hizo escuchar sus ruiditos. No los dejó verla. Sobre su hija no podían posarse los ojos de ningún mortal. Los abuelos entendieron. Esta nieta no era un bebé cualquiera. Era la hija del rey Mar. Por lo tanto, tenía carácter mágico y la magia tiene leyes estrictas. Pero cuando su hija salió a buscar los regalos y los dejó solos con la bebé, por un ratito nomás, los viejitos se tentaron. Se acercaron a la lapa que servía de cuna de su nieta y levantaron apenas la puntita de las mantas para espiar. Total, ¿qué podía tener de malo una miradita? La beba era como el mar en un día de sol. Era un canto a la alegría. No querían taparla de nuevo, ni sacarla de su vista. En eso regresó Huenchula, vio a su hija y gritó. Bajo la mirada de sus abuelos la pequeña se había ido disolviendo, convirtiéndose en agua clara. Huenchuela se llevó en la lapa las mantas, y a su bebé de agüita. Se fue llorando a la orilla. En el mar volcó despacio lo que traía. Luego se zambulló y nadó entre lágrimas y olas hasta donde estaba su marido, que la esperaba calmo y profundamente amoroso. El Millalobo la tranquilizó. —¿Por qué no miras hacia atrás? Ahí estaba la Pincoya, su hija. El mar la había hecho crecer de golpe. Era una adolescente de cabellos dorados, con el mismo encanto de un bebé estrenando el mundo. Desde entonces, la Pincoya habita el mar, con su apariencia adolescente y bonita. Es un espíritu benigno. Cuando una barca de pescadores es atrapada en una tormenta, la que apacigua los ánimos es la Pincoya. Cuando hay problemas lejos de la costa, la que ayuda a encontrar el rumbo es la Pincoya. Cuando alguien naufraga, lo rescata la Pincoya. Acompañada de sus dos hermanos, la Sirena y el Pincoy, se asegura de que los náufragos regresen a sus hogares con vida. Pero a veces, hasta ellos tres llegan tarde. Entonces, toman los cuerpos sin vida y los llevan suavemente hasta el Caleuche, el buque fantasma habitado por los hombres que nunca abandonarán el mar. Las noches de luna llena, son noches de promesa. La Pincoya, vestida de algas, baila en la orilla. Si baila de espaldas al mar, habrá escasez de pesca. Si baila frente al mar, habrá abundancia de peces y mariscos. Y si alguien tiene la suerte de verla bailar, esa persona tendrá magia en su vida. Recopilación: Graciela Repún




El Colocolo

Si sufres con las historias de terror, te recomiendo no ver esta leyenda.

Se dice que el Colo Colo nace del huevo incubado por un gallo; y que comúnmente habita en los rincones o rendijas de las casas, ya que se alimentaría de las personas succionando su saliva.

El colocolo se identificaría que esta viviendo en el hogar, al escuchar un animal que se queja y llora igual que un niño recién nacido. Por ello, si el dueño de la casa descubre que habita este horrible ser en su hogar, debe recurrir rápidamente a la ayuda de una Machi; la cual tendría el poder de eliminar a esta criatura, y descubrir si algún Calcu podría estar involucrado en la aparición de esta criatura.



Si quieren ver más leyendas chilenas les recomiendo que visiten también www.chilemitos.cl

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